¡Deja de jugar conmigo!

Emergió de la espesa niebla. El viento le azotaba su melena pelirroja, echándoselo hacia atrás con violencia. Caminaba decidida, en el oscuro callejón sólo se oían sus botas, como mucho el leve eco que éstas producían, algún gato revolviendo en la basura y el claxon de un lejano coche. La noche era cerrada y oscura, y Crystal iba vestida con unos pantalones de cuero negro ajustados y un corpiño que resaltaba su esbelta figura. Destacaban sus grandes ojos azules en medio del callejón.
Avanzó unos pasos hacia delante. De repente se paró, miró a su alrededor olfateando el aire. Algo no iba bien. De pronto empezó a sonar una música: Ese torito, ¡ay torito guapo! lleva botines y no va descalzo. Crystal empezó a contonearse al ritmo de la música, taconeando en el asfalto. La música cesó repentinamente, ella sacudió la cabeza frunciendo el entrecejo. Siguió caminando decidida unos metros. Paró de nuevo. Otra vez empezó a sonar música: Es-cán.da-lo, es un escándalo. Es-cán-da-lo, es un escándalo. Crystal volvió a bailar al ritmo de la música, dando vueltas, bajando y subiendo moviendo las caderas. La música se detuvo y Crystal dió un pisotón en el suelo apretando los puños, su cara reflejaba enfado. Siguió andando, ahora decidida y enfadada. Se paro en seco, volvió a olfatear el aire. Uno:el breaking dance. Dos: el crusaito. Tres: el robocot. Cuatro: el micheljackson. Crystal hizo la coreografía entera, con mucha gracia. La música dejó de sonar. Ella apretó los puños más fuerte que antes, su cara estaba totalmente transformada, sus ojos albergaban ira.

-¡Oye, tú! Deja de jugar conmigo -¿Se dirigía a mí, la escritora, la que decidía lo que hacía ella? -Tengo una imagen, soy una mujer dura -estaba muy cabreada-, no puedo ponerme a bailar aquí como un mono en celo, y menos estas estúpidas canciones. Sólo una idiota como tú metería unas canciones como esas en un relato.

-Perdona -se estaba pasando de la raya, yo merezco un respeto, soy la escritora. -Yo elijo lo qué haces, que para eso escribo yo. Tenme un respeto, eres un simple personaje creado por mí.

Crystal enfureció más aún.

-¿Ah, sí? Pues sabes lo que te digo, que te vayas al carajo. Que a mí ya no me vas a utilizar para meterme en relatos tan estúpidos como estos. ¡Hale, adiós! -Me soltó todo aquello gritando y hablando deprisa. Se dirigió a su Ferrari negro, se subió en él, arrancó y aceleró, dejando trás de sí únicamente la humareda que había despedido el coche por el tubo de escape. El coche derrapó al doblar la esquina, haciendo que las ruedas chirriaran quemando goma.

¡Pero bueno! Aquello era el colmo, que un personaje creado por ti te deje tirado no es muy normal.

Tras un par de semanas, la cuales la escritora utilizo para relajarse despues de lo sucedido con Crystal, decidió que ya era hora de continuar con su historia y para ello necestaba a su personaje, de pronto se le ocurrió que conocía a la persona idónea para ayudarla a recuperar a Crystal, recordó a otra escritoria cuyo personaje podia cambiar los sentimientos de los demas asique se centro en su busqueda.
Al dia siguiente consiguió hablar con la otra escritora( pues esta no vivía muy lejos de ella)y le explicó su situacion. Pronto Quina se puso a trabajar y buscó a Crystal, la cual se encontraba jugando a un partido de golf.
Quina intentó razonar con ella, le explicó la importancia de sus destinos y a base de conversar y utilizr su poder para relajarla y que se le pasara su ira Crystal decidió volver, a cambio de firmar un contrato con la escritora en la cual ella promía ser fiel a los mandatos de su creadora si ésta prometía a cambio evitar las canciones... bueno canciones. Así ambas decidieron que era justo aunque ambas seguían pensando que era la otra la que se euivocaba.
Mientras tanto Crystal comenzó a no confiar mucho en Quina, pues aunque parecía de fiar, hacia algunas cosas raras. Por supuesto Crystal no sabía que Quina es un vampiro, ni debía averguarlo, pero ambas se habían echo muy amigas y era inevitable que Crystal no se diera cuenta de las cosas que las diferenciaban a ellas dos. Quina jamas comía, y procuraba mantener cierta distancia con ella, ademas se movía con una elegancia extrema y que deir de su voz. Aún le sorprendía el hecho de que aun no hubiera encontrado a nadie con quien estar, cualquien chico habría dado cualquier cosa por estar con alguien comoella, pero claro ella tambien guarba las distancias con los demas, e incluso más que con su amiga. Tan solo se acercaba a sus "hermanos" y a sus primos que solían visitarles amenudo, pero aun así ella seguía sola. Era realmente tranquila, probablemente por su don , y la gente de su alrededor tambien solía mantenerse tranquilos, simpre y cuando se mantuvieran cerca de ella.
Solo en una ocasión casi pierde ella misma los estribos, fue un dia en el que se cruzó con un chico que estaba alamente irritado, por lo que ella misma intentó relajarlo para... bueno para su propia tranquilidad, pero pronto se dió cuenta de que eso no funcionaba, tal vez porque estaba demasiado irritado, mas de lo que jamás lo había estado nadie cerca de ella, la verdad esque aun lo esta intentando descubrir. Pero la cuestión fue que era un día poco nublado, no mucho, pero si lo suficiente como para que lo vampíros anduvieran tranquilamente por la calle sin preocuparse porque un rayo de sol los desenmascarase, vamos lo que se dice un dia perefecto para ellos. Ese día Quina iva con un vestido de seda que le había regalado su "prima" Alice, con uno de esos armarios que ella prepara para toda la familia, ya que era el cumpleaños de Crystal. Quina iva entusiasmadísima con su regalo en las manos rezando para que Marcus tuviera razon y fuera eso lo que eralmente quería, cuando de pronto ese chico se paró en la puerta de la casa de al lado de la de Crystal, tan enfadado que ella empezó a sentirse realmente agobiada, si ubiera sido posible se diría que se estaba ahogando. Pronto empezó a intentar calmarle son sus poderes, hasta que agotada...se rindió. Comenzó a desear que Marcus estuviera aqui, para poder explicarle que era realmente lo que le pasaba y asi tal vez sería mas facil calmarse.
De pronto se dió cuenta que se había quedado congelada, como una estatua de mármol en medio de la calle, por lo que un tanto aturdida, contituó su camino hasta la casa de Crystal, intentando entender la situación.